La retirada del pañal es un momento evolutivo fundamental en la vida de todo niño (y también de sus padres). Es un proceso complicado y, normalmente, largo, que requiere de mucho aprendizaje y, sobre todo, mucha paciencia. Según los expertos, lo ideal para comenzar a quitar el pañal a nuestro hijo es entre los 2 y los 3 años. Sin embargo, es importante tener en cuenta que esto es algo genérico y que no tiene por qué ser así. Cada niño tiene sus ritmos y es imprescindible respetarlos.
Seguramente hayas escuchado en múltiples ocasiones que la mejor época del año para la retirada del pañal es el verano. Pero, ¿por qué se dice esto? El verano es la época en la que menos ropa llevamos, lo que va a jugar a nuestro favor a la hora de cambiar al niño si se producen posibles escapes (que pasará) y nos será mucho más fácil poder cambiarle. Además, es la etapa previa al inicio del colegio, por lo que será de gran ayuda si empieza esta nueva etapa de su vida con un hito más aprendido. El hecho de estar de vacaciones de verano también es un factor que nos va a beneficiar a la hora de comenzar a quitar el pañal a nuestro hijo. Esto se debe a que los papás tenemos más tiempo libre y podemos estar más con ellos y más pendientes del proceso que van a comenzar, los podemos acompañar mejor. Esto, añadido a la disminución del estrés, va a hacer que tengamos mucha más paciencia y un mejor estado emocional para acompañarlos en su nueva aventura.
Sin embargo, esto no es del todo cierto. El mejor momento no tiene por qué ser el verano. Como acabamos de comentar, es verdad que el verano nos ofrece una serie de ventajas que hace que el proceso sea más sencillo o llevadero, pero esto no significa que tenga que darse necesariamente ahí. El momento idóneo para quitar el pañal a nuestro hijo es cuando se encuentre preparado para ello, ya que es un proceso que tiene que hacerse siguiendo y respetando los ritmos de cada niño, sin prisas.
Pero… ¿Cómo sabemos si nuestro hijo está preparado para dejar de utilizar el pañal? A continuación, te mostramos varias señales que pueden indicarnos que el niño ya nos está pidiendo dar el siguiente paso para “hacerse mayor”:
– Si te pide que le cambies el pañal o te avisa de que está sucio.
– Si ves que hace gestos de que le molesta el pañal (por ejemplo, arrancarlo o tocarlo más de la cuenta).
– Si él mismo nos dice que va a hacer pis o caca.
– Si el tiempo que pasa en manchar el pañal es mayor.
– Si muestra más interés en acompañarnos al baño.
Y ahora la pregunta del millón, ¿qué debemos hacer y qué no debemos hacer en este proceso de retirada del pañal?
Qué hacer
– Explicar al niño que le vamos a quitar el pañal y el por qué vamos a hacer eso. Es el primer paso y, desde mi punto de vista, el más importante. Si nuestro hijo puede entender qué vamos a hacer y cómo lo vamos a hacer, el proceso va a ser mucho más sencillo ya que poco a poco lo irá comprendiendo e integrando. Siempre es más fácil hacer algo que conocemos o nos han explicado a algo desconocido. Aquí puedes ayudarte de algún libro o cuento infantil que hable sobre el proceso de la retirada del pañal (por ejemplo, “Cada animal con su orinal”, “¿Puedo mirar tu pañal?” o “Pepo y su orinal”).
– Comprar juntos un orinal o un reductor para el baño. Durante la explicación previa, le hemos contado al niño que va a dejar de hacer sus necesidades en el pañal para pasar a hacerlo en el baño, como lo hacen los mayores. Por ello, es importante mostrarle dónde lo va a tener que hacer y, de nuevo, explicarle cómo hacerlo. Los papás tenemos que ser un modelo para nuestros hijos durante todo el proceso. Si es posible, hacer partícipe al niño de esto comprando juntos el orinal.
– Comprar ropa interior. Puede ser desde las “bragas-pañal” hasta ropa interior que utilizará una vez se le retire el pañal. Esto va a ayudar al niño a ir cogiendo poco a poco el hábito de llevar una nueva prenda y de hacer el gesto de subir y bajar el calzoncillo o la braguita. Igual que con la compra del orinal, que el niño pueda colaborar en la compra de estas prendas le motivará mucho. Además, si la ropa interior lleva dibujos divertidos que le gusten, aumentarán las ganas de que quiera probarlo.
– Indicarles que nos tienen que avisar cuando quieran hacer pis o caca. Decirles que cada vez que sientan que quieren hacer sus necesidades, que pueden avisarnos y nosotros les ayudaremos o que directamente vayan al orinal.
– Preguntarles con frecuencia si tienen ganas de ir al baño. Con el objetivo de evitar escapes, vamos a preguntar al niño con regularidad si quiere hacer pis o caca. Si nos dice que sí, podemos acompañarle al baño o llevarle al orinal. Podemos fomentar esto preguntando al niño, por ejemplo, “y ahora que tienes ganas, ¿qué tendrías que hacer?”, para que poco a poco vaya por sí solo haciendo las asociaciones necesarias.
– Crear unos horarios y rutinas de ir al baño. Intentar que todos los días, a la misma hora aproximadamente, vaya al baño. Por ejemplo, al despertarse, antes/después de comer o antes de irse a dormir, sentarle en el orinal por si quiere hacer sus necesidades. Si está sentado durante unos minutos y no hace nada, intentarlo en un rato o probar a otra hora diferente. Si coge rutinas le será mucho más fácil ir cogiendo el hábito.
– Involucrar al niño en nuestro propio proceso de ir al baño. Los niños aprenden viendo e imitando. Por eso, los padres tenemos que ser un modelo imitador para los niños. Podemos invitar al niño a que nos acompañe cada vez que vayamos al servicio y así poco a poco se irá acostumbrando a lo que hay que hacer. Dejarle que vaya probando y experimentando este nuevo hábito, por ejemplo, dejando que tire de la cadena, que baje la tapa del inodoro, que te de él el papel higiénico, que se lave las manos contigo, etc.
– Motivarle y reforzarle mucho. Cada pequeño logro, tiene que ser celebrado. Desde si lo consigue hasta si lo ha intentado. Hacerlo desde el cariño, la cercanía y la diversión. Por ejemplo, “¡Qué bien que has conseguido hacer caca tú solito, qué mayor eres!”; “Mira cariño que bien que ya sabes decirme cuando quieres hacer pis”; “No pasa nada si está vez no ha salido, a la próxima lo vas a conseguir y lo seguiremos intentando”.
Qué no hacer
– No castigar, ni amenazar. Si el niño no consigue hacer sus necesidades en el orinal y tiene algún escape, no vamos a regañarle. Le explicaremos calmadamente que la próxima vez que quiera ir al baño, que nos avise. Decírselo en tono cariñoso y animarle a que nos diga él dónde se hace (por ejemplo, “No pasa nada cariño, esta vez no lo has conseguido pero la próxima verás que sí. Vamos a recordar, ¿qué tenemos que hacer cuando tenemos ganas de hacer pis? Muy bien, cielo. ¿Y dónde se hace el pis ahora que somos mayores?”)
– Evitar que la retirada del pañal coincida con otro cambio importante en la vida del niño, como puede ser por ejemplo quitarle el chupete.

