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Lucía Torres Psiquiatra

Muerte perinatal: Así asumen él y ella la pérdida de su bebé en el parto

Con motivo del fallecimiento de uno de los bebés de Cristiano Ronaldo y Georgina Rodríguez, ABC entrevista a nuestra directora médica, Lucía Torres, psiquiatra experta en duelo perinatal, que explica a ABC cómo superar este duro trance y dar la noticia al resto de hermanos

Artículo de Laura Peraita en ABC

Cristiano Ronaldo y Georgina Rodríguez pierden uno de los mellizos que esperaban

Este martes por la tarde, Cristiano Ronaldo publicó en Instagram la triste noticia de que Georgina Rodríguez, su pareja, había perdido a uno de los hijos que esperaban durante el parto gemelar. «Bebé, eres nuestro ángel. Siempre te amaremos», aseguraba en un texto en el que manifestaba su más profunda tristeza tenemos que anunciar el fallecimiento de nuestro hijo: « Es el dolor más grande que unos padres pueden sentir. Solo el nacimiento de nuestra hija nos da la fuerza para vivir este momento con algo de esperanza y felicidad».

No cabe duda de que este sentimiento de pérdida se traduce en un dolor difícil de asumir por los padres. Según indica Lucía Torres, médico psiquiatra y psicoterapeuta

 experta en duelo perinatal y directora de Tranquilamente, este trance es muy duro porque supone una pérdida muy importante e inesperada que implica pasar de la expectativa de dar vida a enfrentarse a la muerte, «es asumir la pérdida de un miembro de la familia y de un proyecto de vida como padres»

¿Lo viven igualmente el padre que la madre?

Cada caso es muy particular. Sin embargo, hay que tener en cuenta que para la madre el vínculo se ha ido gestando durante cada minuto de los últimos 9 meses. Desde el mismo momento en el que la madre conoce su estado de gestación, su objetivo es cuidar y proteger a su futuro hijo. La conexión es constante. El hombre siente esa vinculación de forma más intensa en el momento del nacimiento, cuando puede ver y tocar a su hijo.

Durante esos nueve meses ambos padres comienzan a crear un espacio interno para acoger la llegada del hijo deseado. De la misma forma que preparan con mimo su cuna, ropita y habitación, a nivel interno se va creando un espacio reservado para la llegada del hijo. Cuando esta expectativa se ve frustrada, y ese espacio creado con delicadeza no se ve completado y se queda vacío, ambos miembros de la pareja pueden responder de forma diferente.

Si bien el hombre tiende a tratar de resolver las dificultades de forma pragmática para proteger al núcleo familiar, esta estrategia no es válida para la mujer, quien necesita conectar con el dolor y simplemente sostenerlo. No hay nada que se pueda hacer, salvo atravesar el camino del duelo. Aquí es importante la compañía de su pareja, no para resolver, sino para acompañar. Y si esto no se da, se puede sentir nuevamente dolida y frustrada.

La mujer suele necesitar hablar y volver una y otra vez sobre los detalles. El hecho de que la pérdida neonatal no suela ser tan reconocida o legitimizada por la sociedad hace que la mujer se vuelque más aún en su pareja, que también ha compartido su experiencia. Pero, en ocasiones, al hombre le incomoda volver de nuevo a hablar sobre una pérdida tan profunda, y prefiere centrar su atención en otro lugar, refugiarse en el trabajo, el deporte…, haciendo que la madre se sienta sola ante la pérdida y el mundo.

Con el paso del tiempo, el hombre podría sentirse frustrado al desear que su mujer volviese a ser la de antes, sin embargo ella podría sentir que su vida ha cambiado para siempre.

¿Cómo transmitirlo al resto de hijos cuando son pequeños y han esperado la llegada del nuevo hermanito con gran ilusión?

La información ha de transmitirse adaptándola a la etapa evolutiva del niño, para que pueda comprender que la pérdida se ha producido. Es importante permitir que el niño pueda expresar todas las emociones que sienta sin juzgarlas. El infante podría sentir tristeza, pero también rabia hacia el hermano no nato al convertirse en el centro de atención de la familia aun sin estar, o hacia la madre que no se muestra tan entusiasmada con él como antes. También podría sentir frustración porque no es capaz de borrar el dolor de sus padres con su sola presencia (antaño él creía bastar a sus padres para ser felices, ahora ya no).

Dependiendo de la edad de los hermanos, hacerles partícipes de los rituales de despedida suele ayudar a que puedan ir resolviendo sus propios procesos de duelo. Si la despedida familiar se va a realizar en el hospital, es importante que la institución priorice la relación bebé-familia antes que hospital-paciente. Para ello, sería ideal poder reunirse en una sala identificada para ello, en la que no se oigan los llantos de otros recién nacidos. Es importante que sea un ambiente cálido, con luz natural, con tantas sillas como miembros familiares, y con espacio suficiente para que pueda entrar la cama de la madre. Esta práctica es habitual en otros países.

La posibilidad de tocar al bebé, coger un mechón de pelo o sacar una foto puede resultar de ayuda en el proceso del duelo. En ocasiones, dibujar el contorno del pie o de la mano del bebé en una hoja junto con la de sus hermanos también puede ser de ayuda. Permite que los hermanos compartan un momento de unión y desde ahí comenzar a elaborar la despedida.

En el caso de parto gemelar y que uno de los bebés fallezca, ¿supone un aliciente que uno sobreviva sano para superar esta trágica muerte?

Sí y no. Las emociones pueden ser confusas. Los padres tienen la satisfacción de ver a uno de sus hijos sano, pero eso no borra el profundo dolor de la pérdida.

El tener que atender al bebé y sus necesidades en un momento en el que los padres tienen que lidiar con su propio proceso de duelo interno puede llevarles a sentirse sobrepasados y abrumados.

¿De qué manera se puede superar un suceso de estas características?

En primer lugar, reconociendo el dolor, dándole un lugar. Desde que se tiene conocimiento de la pérdida hasta la resolución del duelo, la persona puede pasar por diferentes fases o emociones: negación, explosión emocional, rabia, culpa, impotencia y tristeza. La última fase es la aceptación de la pérdida, en la que uno reconoce que parte de la persona fallecida ha quedado con nosotros y que puede ser recordada sin dolor.

El acompañamiento en este proceso de los seres queridos es importante. Es conveniente evitar frases como “Eres joven, te puedes volver a quedar embarazada”, “No llores” o “Tienes que ser fuerte” que parecen ir destinadas a bloquear las emociones, y con ello el proceso del duelo. Son más apropiadas expresiones como “siento lo que ha pasado”, “no me molesta que llores” o “no sé muy bien qué decirte”. La empatía, paciencia y comprensión serían buenos ingredientes para aquellas personas que acompañamos a una familia que ha sufrido esta pérdida.

Por último, en el caso de que el proceso de duelo quedara bloqueado en una de sus fases sin llegar a elaborarse por completo, sería conveniente buscar ayuda de un profesional.