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Eduvigis Contreras Psicóloga

El compromiso en La terapia psicológica

Cuando uno tiene cualquier tipo de malestar, el impulso de todo ser vivo es a retirarlo. Cuando el ser vivo es un ser humano y el malestar es emocional, el impulso consciente es quitárselo de encima. Este impulso es incluso más potente cuando el portador del malestar es un menor a nuestro cargo, un hij@ cuyo malestar nos afecta también y nos hace sufrir.

Me gustaría hacer una reflexión sobre ese impulso que nos lleva a buscar una solución rápida, a querer sacarnos de encima lo que nos hace sufrir a nosotros o a nuestros seres queridos. La búsqueda de una rápida solución es incompatible con cualquier proceso psicoterapéutico, pues dicho proceso debe realizarse poco a poco, “a fuego lento”, mediante reflexión, pudiendo pensar cuánto el doliente está dispuesto a implicarse en el mismo, bien sea económicamente, bien sea como sujeto activo del mismo.

Y esta reflexión es absolutamente necesaria y fundamental, pues formar parte de un proceso psicoterapéutico supone un esfuerzo importante. Estar dispuesto a explorar el malestar propio, a explorar cuánto uno genera incomodidad en los demás, a dejar aflorar emociones y realizar búsquedas activas interiores para intentar encontrar desencadenantes, asociar el malestar actual con otros malestares, otras situaciones que vengan a la consciencia y poder compartirlo generosamente en el espacio de terapia. Evidentemente dicho compromiso emocional en ocasiones es doloroso, supone entrar en lugares poco transitados, hace aflorar sensaciones, emociones, y sentimientos muy intensos, pero es evidentemente transformador si uno está dispuesto a ello.

El espacio de terapia es un lugar privilegiado que aporta seguridad, un espacio tranquilo, un lugar de confianza del que ambos, paciente y terapeuta forman parte y ambos han creado. Un espacio reflexivo y de compromiso que solamente tiene sentido en la medida en que la díada paciente-terapeuta están dispuestos a implicarse, a comprometerse desde diferentes posiciones.

En el espacio de terapia, uno tiende a reproducir el modo en que se relaciona fuera, el modo en que se acerca a los demás, la manera de afrontar los desafíos, la manera de expresar el dolor, de comunicarse, el modo en que uno vincula y siente. Es por ello un gran laboratorio en el que si el paciente está dispuesto y puede confiar, podrá avanzar poco a poco, adquirir insight, dejar de funcionar en automático para ser un poco más consciente de su forma de hacer, de actuar, de sentir, de pensar y con ello sentirse mucho más libre y con menos carga.

Por supuesto que el espacio de terapia es un espacio de utilidad para la vida, pero siempre y cuando uno esté dispuesto a respetarse a sí mismo en él, a adquirir un compromiso y ajustar lo que espera a lo que cada uno puede implicarse. Es importante por tanto hacer un análisis previo acerca del esfuerzo que el paciente, el doliente está dispuesto a realizar, porque en ello está el avance de la terapia.

 El objetivo de este proceso es reducir el malestar inicial del que hablábamos, reducir los síntomas, ser más consciente, aceptar las circunstancias sin salir corriendo, tolerar escuchar al otro y no sentirse agredido.

Es por ello que es de gran importancia tomarse un tiempo para reflexionar acerca de lo que nos lleva a terapia, de lo que uno puede implicarse, ser sincero con uno mismo y con ello ajustar expectativas para permitirse tener una buena experiencia y que sea provechosa a pesar de las resistencias.

Nos vemos en Tranquilamente.

Eduvigis Contreras Martinón

Eduvgis es Psicóloga Clínica y Terapeuta en Tranquilamente