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Razón y Corazon. Dos realidades fusionadas

En la cultura popular está presente que razón y emoción van separadas. Asociamos el cerebro con la razón y el corazón con la emoción. Pero ¿de dónde surgen estas asociaciones? ¿por qué hemos decidido separar estas dos realidades? ¿qué ventajas ha tenido esta separación artificial para nosotros los humanos?

Ya Aristóteles situó en sus escritos el corazón como el lugar donde se albergan las emociones pero fueron muchos pensadores y filósofos los que después se refirieron al corazón como el contenedor emocional del cuerpo. Me inclino a pensar que esta percepción pudo obedecer a que el corazón es el órgano que de modo más tangible nos muestra determinadas emociones por ejemplo la excitación, el miedo o el deseo a través de las palpitaciones. Las palpitaciones en cambio, no son más que la respuesta orgánica a determinados estímulos enviados por el sistema nervioso central a este órgano. El corazón además podemos sentirlo, podemos palparlo… y reúne la cualidad de encontrarse situado en el centro espacial de nuestro cuerpo quizá más manipulable. Y lo cierto es que las emociones siempre han sido un enigma para el ser humano…algo tan enigmático que hemos necesitado situarlo en un órgano tangible y perceptible por los sentidos para paliar así nuestra vulnerabilidad ante ellas.

La razón en contraposición la hemos separado de las emociones (primer error) y la hemos situado alejada de ellas: en el cerebro, en la cabeza muy por encima como si fuera el verdadero capitán de la operación (segundo error) Y aún hay más: razón y co-razón…como director y co-director, nos hace entender que razón manda y co-razón por definición obedece.

Pues resulta que nada de esto es real. Ambos sistemas (el racional y el emocional) están fusionados e íntimamente relacionados por miles de millones de conexiones neuronales en nuestros cerebros. Están tan relacionados que se necesitan mutuamente porque funcionan de un modo complementario: el sistema racional es lineal y lógico matemático, con él podemos usar las deducciones y los algoritmos en contraposición al sistema emocional que no es deductivo sino reactivo y no obedece a la lógica sino a la percepción. Es decir, podemos explicar una ecuación pero no una emoción.

Quizá esta simpleza nos haga entender por qué los humanos hemos necesitado separar razón de emoción incluso situarlos en compartimentos alejados de nuestro cuerpo: por nuestra necesidad de control. Y es que las emociones no se controlan, aparecen y obedecen un orden propio que no es racional…y eso nos da miedo ¿Cómo explicar por qué me gusta un cuadro o una canción? ¿Por qué siento escalofríos con una puesta de sol o con una persona concreta? Es simplemente imposible. Las emociones no se controlan: se gestionan.

Puede que de ahí hayamos necesitado también separar neurología de psiquiatría como un paradigma más de que razón y emoción deben…tienen que estar alejadas. Enfermedades de la razón vs enfermedades de la emoción. Pero ¿realmente es así? Rotundamente no. Cuando nuestro cerebro enferma nuestras emociones enferman con él porque son parte de él, prueba de ello es que el 60% de los pacientes que sufren ictus tienen posibilidades de sufrir una depresión en el primer año de evolución, las dificultades de memoria que presentan los pacientes deprimidos o el dolor de cabeza que tenemos cuando lloramos o cuando no lloramos.